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Quiénes somos. Más de 30 años en el camino.


Quiénes somos

Nuestros talleres de escritura tienen una larga historia que se remonta al año 1985 con nuestro primer taller de escritura creativa presencial en Madrid. Desde entonces hemos desarrollado un trabajo intenso e ininterrumpido para proveer de todo tipo de herramientas y actividades relacionadas con la escritura creativa y temas afines tanto a personas sin experiencia como a aficionados con el deseo de mejorar o a profesionales con interés en profundizar en técnicas específicas. La gran difusión que nuestra labor ha ido acumulando con el paso del tiempo ha sido clave en la popularización de esta disciplina. A más de tres décadas vista del inicio del camino, contamos con la mayor oferta de talleres y seminarios en lengua castellana.


Otro año clave en nuestra historia ha sido 2014, cuando nuestro equipo directivo, con el apoyo de algunos de nuestros colaboradores, crea la Fundación Escritura(s), a la que se destinan buena parte de los recursos históricos de Fuentetaja y algunos de sus frentes de actividad, abriendo el debate en nuestro ámbito sobre el conflicto presente entre el desarrollo de una misión educativa y el lucro.

La gran adaptabilidad de nuestro método

Conscientes desde nuestro mismo origen de que el aprendizaje de la creación está en constante disputa con lo académico —en cuyo ámbito prima la regla, cuando el arte es ante todo excepción—, tratamos de evitar señalarnos como escuela u otros términos más propios de la enseñanza reglada. Optamos desde el inicio por ser “talleres”: trabajo práctico, en grupo, horizontal, donde priman la colaboración, el intercambio crítico, el aprender unos de otros, los programas abiertos, la autoevaluación…

Gracias a ese marco más flexible que el que ofrecen otros centros de carácter reglado hemos podido ir mucho más lejos. Al punto que hoy son las universidades quienes nos consultan para que les orientemos en la implantación de másteres y otros estudios de grado. El que desconfiemos de los programas cerrados en relación con el aprendizaje de las artes no impide que tratemos de colaborar con otros centros de enseñanza reglada: en nuestra vocación ha estado siempre tender puentes, y, a fin de cuentas, es una buena noticia que, por ejemplo, las universidades por fin comiencen a prestar atención a estos temas.

Nosotros entretanto seguimos concentrados en desarrollar una oferta amplia de actividades y propuestas basadas en nuestra incomparable experiencia y nuestra pasión por investigar y arriesgar nuevas propuestas, siempre con el objetivo de que cada persona pueda escoger un camino a su medida, abierto a adaptarse en función de su tiempo, su interés y su ritmo de aprendizaje. Colaborar, en definitiva, a que cada uno “programe” su aprendizaje y evite en lo posible caminos cerrados o demasiado dogmáticos. Por su parte, la estructura de un taller de amplia gama como el de escritura creativa es ejemplo de ese esfuerzo por flexibilizar nuestra oferta. Aparte de las dos horas de tiempo semanal de trabajo en grupo en el marco de los encuentros físicos entre los participantes y un profesor o coordinador —o su equivalente en la metodología que rige la versión online de esta actividad—, este taller ofrece numerosas secciones de materiales técnicos rigurosos, muy variadas propuestas de trabajo y una oferta alternativa de talleres y seminarios intensivos que ponen en contacto al alumnado con autores y especialistas de prestigio ofreciendo lecciones o testimonios sobre su experiencia. En general todos estos frentes, que van en paralelo, son optativos, por lo que la dedicación al taller puede variar desde tres o cuatro horas a la semana hasta diez o doce, incluso más, en función de lo que cada persona decida. Es decir, siendo un taller de cuota muy asumible, cubre un programa de actividades y posibilidades mayor que muchos másteres y cursos reglados que se ofertan a un precio incomparablemente superior.

Han hecho falta muchos años de trabajo e investigación para poder ofrecer algo así y oponer resistencia a las tentaciones por elitizar el aprendizaje de la creación a partir de factores económicos.

La mayor estructura a disposición del aprendizaje de la escritura: algunos números

El hecho de que por nuestro equipo de colaboradores hayan pasado cientos de especialistas y autores de primer orden, junto a la amplitud, innovación y diversidad de nuestro trabajo a la hora de diseñar el mayor catálogo de actividades didácticas y producir el más extenso caudal de materiales técnicos y propuestas de trabajo, ha conseguido otorgarnos un gran prestigio en el ámbito hispanohablante. Tras tres décadas de liderar la vanguardia en la investigación y el ejercicio de la didáctica de la escritura en castellano, con un trabajo sostenido a prueba de fatigas y desánimos (y de sufridas crisis económicas…), acercándonos a escuchar y registrar el testimonio de todo tipo de estilos, miradas y actitudes en relación con la creación, nos hemos convertido en la mayor institución de nuestro género y a la que acude un mayor número de alumnado: una media de 2.500 personas pasan cada año por alguno de nuestros talleres o seminarios especializados y más de 10.000 personas al año participan activamente en las propuestas gratuitas que se convocan en el Club de escritura Fuentetaja, cuya actividad dirige la Fundación Escritura(s).

Quizás el dato más revelador de nuestra labor de popularización y el que mejor significa el interés que han despertado nuestras actividades es el de los más de 330.000 seguidores con que cuenta nuestro Facebook en el momento en que se lanza esta nueva versión de nuestra web (verano de 2015). O los más de 35.000 usuarios y lectores registrados que tiene el Club de escritura Fuentetaja en esa fecha.

Nuestros logros

Entre nuestras aportaciones más relevantes durante las últimas décadas cabría destacar:

1985

Arranca el diseño de la propuesta de taller más ambiciosa, duradera y exitosa en lengua castellana: nuestro tradicional Taller de Escritura Creativa.
Una planificación muy flexible le permite, por una parte, evolucionar mejorando año a año su diseño y estructura, y, por otra parte, adaptarse tanto a personas sin ninguna experiencia como a personas previamente aficionadas a escribir. Es todavía hoy con distancia la oferta más completa de taller de escritura en lengua castellana, con un gran equilibrio entre rigor y accesibilidad. Sumando sus convocatorias en su versión presencial en Madrid y en otras ciudades españolas a su versión en internet, en este taller participan cada año alrededor de mil personas repartidas en distintos niveles y desde muy distintos lugares de España y el mundo.

1986

Ideamos un método pionero de trabajo a distancia y en grupo para nuestro taller principal, gracias al cual era posible participar en un taller desde cualquier lugar del mundo; hasta entonces existían los habitualmente aburridos y rígidos “cursos” por correspondencia similares a un manual de instrucciones (el mismo Raymond Chandler, el gran escritor de novela negra estadounidense, realizó un curso de escritura por correspondencia, allá por los años 20, aún muy joven), pero nunca antes se había hecho funcionar a distancia un auténtico “taller”, con el fuerte componente interactivo y grupal que es propio a los talleres de escritura. Creamos un auténtico “foro” postal antes de la existencia de los foros en Internet. Ese método, aún vigente y adaptado a los tiempos de internet, mil veces copiado, ha sido clave en la evolución y popularización del aprendizaje de la disciplina de la Escritura Creativa en lengua castellana accesible a todo tipo de personas.
Esta fórmula original anticipó además los actuales métodos de aprendizaje grupal a distancia, hoy tan en boga en universidades y otros centros de enseñanza, tanto en ciencias como en humanidades.

NOTA- Debido al exceso de virtualización de la vida que propicia internet en los últimos tiempos, aunque mantenemos nuestro frente online para aquellas personas que no pueden participar de otra forma, hemos decidido volcarnos en establecer una red de acuerdos que nos permita organizar actividades presenciales en el mayor número de ciudades posible, compensando así la gran cantidad de tiempo que pasamos pegados a las pantallas en pro de la tangibilidad y el trato directo y físico con otras personas.

1996

Fundamos la primera editorial especializada en la práctica de la escritura literaria en el entorno hispanohablante. Aún hoy sigue siendo la única editorial dedicada enteramente al objetivo de proveer de herramientas que faciliten el aprendizaje de la escritura literaria. Desde 2014 venimos adaptando nuestro pequeño pero intenso catálogo a formato ebook.

1999

Talleres y seminarios especializados intensivos

Fuimos los primeros en España en entender la necesidad de complementar los tradicionales talleres de escritura creativa, novela, cuento o poesía, con la convocatoria de seminarios y cursos de escritura especializados de carácter intensivo. Nuestra imbatible oferta en ese sentido, tanto por número como por calidad y variedad, ha permitido que cada participante en nuestros talleres de duración anual adaptase su recorrido de aprendizaje de forma mucho más ajustada a sus intereses e inquietudes. Ese frente de actividades paralelas a los talleres de mayor duración acumula cientos de propuestas, autores y temáticas diferentes ofertados desde 1999.

2011

De nuevo fuimos pioneros con la convocatoria de un Taller de Escritura Creativa 2.0 —hoy en fase de reformulación: el ritmo de los cambios propiciados por los recursos de carácter tecnológico no da respiro—. Por su parte, nuestro taller principal, el Taller de Escritura Creativa, incluye desde 2012 una sección que permite a sus participantes familiarizarse y ahondar en las transformaciones que la tecnología está trayendo de forma acelerada al ámbito de la lectura y la escritura. Un frente en el que tratan de profundizar nuestros acuerdos con la Fundación Escritura(s).

2012

En el marco de nuestra estrecha relación con lo que entonces era aún el proyecto de la Fundación Escritura(s), creamos una sofisticada aplicación, única en su género, el Club de escritura Fuentetaja, un entorno solidario y colaborativo de creación y difusión. Entre sus originalidades está la de proveer nuevas herramientas de composición escrita y de difusión de las obras adaptadas a los tiempos que corren. Un logro nada desdeñable del club ha sido, además, el de haber revolucionado la lógica de los concursos literarios, democratizándolos y haciéndolos mucho más transparentes frente a las tradicionales corruptelas típicas de ese ámbito (premios amañados, jurados a medida, presiones políticas o editoriales…).
En sus primeros dos años de vida el club consiguió reunir una comunidad de decenas de miles de personas aficionadas a la lectura y la escritura, comunidad que no deja de crecer. Se trata de una de nuestras mayores fuentes de orgullo. El club confirma, además, nuestro pleno compromiso de servicio a una comunidad lo más amplia posible, en este caso prestando también atención a quienes no se puede permitir la participación en un buen taller de escritura debido a su costo.

2014

Tras varios años desarrollando un departamento de recursos audiovisuales y gracias a nuestra íntima relación con la Fundación Escritura(s), las propuestas y seminarios de carácter intensivo impartidos por autores y especialistas de prestigio en Fuentetaja, se comienzan a filmar de forma sistemática a cargo de la Fundación, y se reúnen en su web, permitiendo así el acceso a estas valiosas intervenciones a un gran número de personas a un costo muy asequible.
En ese año arrancó oficialmente la Fundación Escritura(s), con los objetivos principales de influir en la implantación de los talleres de escritura en las escuelas como importante complemento a la enseñanza de la lengua y la literatura; promover un ámbito de reflexión internacional sobre la escritura creativa adaptada a los tiempos que corren; y, muy en particular, analizar e investigar la influencia de las nuevas tecnologías en la forma en que escribimos y orientar adaptaciones en el ámbito didáctico que sean consecuentes con esa influencia, así como estimular la creación de obras que se compongan con ese nuevo lenguaje propio de esa(s) nueva(s) escritura(s) emergente(s).

2015

De nuevo pioneros, y de nuevo en colaboración con la Fundación Escritura(s), lanzamos la primera publicación de un libro en forma de ebook, Historias de familia, donde se integran videos junto a los textos, surgidos en el contexto de una de las convocatorias de concurso más exitosas del Club de escritura, con más de 750 obras presentadas con cientos de miles de lecturas acumuladas. Esta publicación de vanguardia supone todo un hito en el ámbito de las publicaciones de creación literaria en lengua castellana.

Valga reivindicar que la lista de nuestras aportaciones durante las últimas décadas es bastante más extensa que la que cabría aquí: literalmente no hemos parado de investigar e innovar durante ese tiempo. Sólo añadir antes de cerrar este punto que también lo hemos hecho en el plano puramente creativo, por ejemplo involucrándonos entre 2005 y 2009 con otro ambicioso proyecto pionero: una obra web de creación, de gran riesgo formal y conceptual, que ya anticipaba la transformación de la lectura y la(s) escritura(s) propias de las páginas pantalla. Bajo el título Cartas de amor y de guerra, se presentó como “una novela para espectadores y una película para lectores” y ha acumulado hasta hoy decenas de miles de visitas.

¿Escritor o aficionado a la escritura? Una antigua polémica

En nuestra vocación por acercar la escritura de creación al mayor número de personas posible a un costo asequible, quizás la convicción más antigua, raíz fundadora de nuestra forma de hacer las cosas, es la de que todos los seres humanos, por el hecho de serlo, son contadores de historias y están dotados para mantener una relación activa y creativa con el hacer poético y con los diversos lenguajes y formas de expresión artística. Para nosotros, al menos en un sentido amplio, cada persona es un artista —ojo: lo cual no implica afirmar que cualquiera esté dotado para ser un profesional de un arte específico—. A nuestro juicio, desarrollar la capacidad creativa, esencial en todo ser humano (en relación con el lenguaje aunque no solo), es parte fundamental de la educación integral a la que toda persona debería aspirar.

Sin embargo, el sistema educativo oficial ha fallado de forma lamentable frente a su responsabilidad, y es ahí donde nuestra institución ha construido su sentido en las últimas décadas: corrigiendo esa grave carencia. Han sido necesarios más de treinta años para que, por fin, se acepten al menos la función, la necesidad y la bondad de los talleres de escritura por parte de la población en general —valga recordar que, cuando empezamos en esto, casi nadie sabía lo que era un taller de escritura; hasta muchos escritores profesionales lo desconocían y nos juzgaban con desconfianza al oír de nosotros, como si amenazásemos un territorio que consideraban de su propiedad. Aunque lentamente, los talleres van siendo valorados por parte de algunas instituciones educativas oficiales, al menos en teoría, y con cuentagotas se van incorporando en algunas escuelas.

Nuestro objetivo fundamental ha sido siempre pues el de colaborar con una estrategia para la formación integral de las personas que incluya esa relación creativa con el uso de la palabra y otros recursos de lenguaje aplicados en una dimensión artística. Además de dar apoyo a quienes se reconocen a sí mismos como aficionados a la escritura de creación para que puedan integrarse en un marco de disciplina sostenido, con muy variados recursos, y en él poder profundizar su afición en compañía —un taller es un grupo de trabajo que no sólo ayuda a mejorar sino a aliviar la tradicional soledad de la afición a escribir—, desde nuestro mismo origen también nos ha preocupado mucho y de forma prioritaria el fomentar la relación con la escritura creativa de todo tipo de personas que no se consideraban siquiera aficionados, al margen de cuál fuese su edad, su profesión o su nivel de formación.

Convertirse en "escritor" o “escritora” sería ya otro asunto. Una aspiración legítima, desde luego. Y bastante extendida, habría que añadir, debido, entre otras razones, al magnetismo y fascinación que en ocasiones ejerce el tratamiento mediático y publicitario que se otorga a algunos de los escritores más famosos. Sin embargo, no nos engañemos, la concreción de esa legítima ilusión rara vez dependerá de haber participado o no durante varios años en un taller o máster universitario de escritura.

Claro que si se considera que “escritor” o “escritora” es, como dice el diccionario, “persona que escribe”, no hay debate posible. Sin embargo nosotros creemos que la palabra “escritor”, si se quiere destinar a precisar un oficio, quizás merezca la pena ser cuidada con un poco más de rigor. Es en ese sentido que pensamos que llegar a ser reconocido como un escritor en toda regla involucra muchos aspectos que escapan por completo a lo que se puede enseñar en un marco didáctico. Por mucho que hay quienes promueven esa expectativa (la de que, por ejemplo, cualquiera que escribe y se autopublica o publica en la editorial de un amigo ya es un escritor en toda regla), a nuestro juicio ello implica una gran falta de rigor. Decir esto puede ser polémico y merece por tanto ser explicado con algo más de detalle.

Muchos de nuestros alumnos en Fuentetaja han ganado concursos, en ocasiones concursos importantes, y han visto sus obras acogidas en las más diversas editoriales y publicaciones. Pero eso no es algo de lo que nosotros debamos presumir: el mérito es exclusivamente suyo. Nos alegra mucho cuando nos lo hacen saber pero somos muy reacios a considerar esas obras como si fuesen “trofeos de la casa”. En todo caso, ante sus logros, más que nosotros como Institución, en ocasiones habría que conceder un reconocimiento a un profesor en concreto que quizás supo guiar con mayor atención a un tallerista en quien percibió dotes especiales y al que ese tallerista quizás pueda reconocer una ascendencia que le ayudó a ganar en confianza y a profundizar en su destreza.

Aparte de eso, la mayoría de las personas que han pasado y pasan por nuestras actividades son conscientes, en parte gracias a la cautela con la que hemos tratado de acompañarles en ese sentido, que publicar un libro no te convierte en escritor como por arte de ensalmo. Convertirse en escritor sería en principio un viaje mucho más largo que eso, y no sería una sola publicación o la definición que uno haga de sí mismo (“soy escritor”, “soy escritora”) lo que lo determine, ni mucho menos lo será una institución dedicada a facilitar el aprendizaje de la escritura creativa. Eso sólo lo podrá determinar el paso del tiempo y la aceptación, de forma más o menos sostenida, como tal escritor/a por parte de cierta comunidad. También y más específicamente —aunque en rigor no sea requisito imprescindible ni garantía suficiente—, por alguna parte suficientemente representativa del ámbito cultural y social de esa comunidad (críticos, editores, lectores…).

No habría que olvidar que con frecuencia esto último ha ocurrido solo de forma póstuma, lo cual debería ser suficiente para pensárselo dos veces antes de alimentar vanidades ajenas o alimentarse con las propias. Muy pocos llegan a ese reconocimiento como escritor —verdaderamente muy pocos al menos en relación con quienes consciente o inconscientemente lo desean—, y en general sólo lo consiguen tras una gran perseverancia, el paso de muchos años poniendo a prueba la destreza del oficio y la originalidad del estilo. Aunque en ocasiones también lo consiguen con atajos menos claros, como el uso de contactos bien posicionados, una estrategia de relaciones habilidosa, una vida resuelta en el aspecto financiero que permite una dedicación exclusiva y a fondo perdido y que facilita circular por el entramado de poder de las estructuras culturales…

Y aún habría que recordar que la insobornable voluntad por perseverar en el aprendizaje de un arte literario que dialogue sobre la realidad y la humanidad, en la consecución de un estilo auténtico y original, históricamente, en la mayor parte de los escritores —al menos en esos que nosotros consideramos como tales sin el menor reparo— ha sido algo que ha estado muy lejos de ser un camino de éxito y oropel. Antes al contrario, en no pocas ocasiones cuanta más verdad y transparencia del sentimiento y la inteligencia en las obras —sobre todo cuando se refieren a desesperanzadas reflexiones sobre la vida—, cuanta más intensidad y autenticidad, más dificultad para ser admitido y reconocido. La obra realmente comprometida con su tiempo tiende a ser incómoda en su recepción: es habitual que diga a sus contemporáneos algo que preferirían no oír, que sea crítica con los poderes de los que dependería su reconocimiento. En definitiva, posiblemente no exista oficio en el que, al sostenerse con autenticidad y consecuencia, pueda ser mayor el riesgo de la soledad y la incomprensión.

De ahí que nosotros no vendamos formación de escritores ni apostemos por un marketing de palo y zanahoria que incluya jugar con esa dudosa expectativa, y prefiramos concentrarnos en una apuesta más matizada: estrategias de aprendizaje y profundización para aficionados a la escritura literaria. Que se consideren o no escritores, que deseen serlo o no, nos resulta anecdótico pues nuestro compromiso con los participantes en nuestros talleres y seminarios, está al margen de cómo decidan calificarse en relación con su interés por la creación artística. Nuestro compromiso ha sido siempre y seguirá siendo ayudarlos a afirmar una disciplina, enseñarles cómo leer mejor y analizar sus escritos y los de otros de forma crítica, mientras se adiestran en el uso de las más variadas herramientas y técnicas literarias y desarrollan un estilo personal y auténtico, e intercambian sus historias en pequeñas comunidades afines y de trato inmediato; un entorno de hecho alejado de los grandes juicios donde se delibera el espacio público y publicitario que asignar a tal o cual futuro escritor, a partir de factores tan a menudo puramente de mercado y con tanta frecuencia tras una muy precaria estimación de los valores artísticos de las obras que deciden publicarse. En suma, cumplir debidamente con ese objetivo que nos proponemos vale para toda la gama de ilusiones que se quieran tener respecto a la escritura y sus oficios.

Llevamos muchos años en esto y sabemos muy bien que la mayoría de las personas que pasan unos años participando en un taller de escritura creativa, un taller de cuento, un taller de novela, un taller de poesía, etc., aunque sea en centros o universidades que ofrecen licenciar escritores, no persiguen ser escritores/as en toda regla, es decir, ser artistas profesionales de la escritura, dedicarle con plenitud su vida —perfil al que por supuesto también damos la bienvenida en nuestras actividades, faltaría más—. Más bien persiguen completar su formación como humildes, pero competentes, aficionados.

Para cerrar este apartado, que para ser completo exigiría un desarrollo sustancialmente mayor, optamos por un recordatorio que nos consta que se olvida con facilidad mientras se alimentan las fantasías propias del deseo de ser escritor o escritora. Un recordatorio que confiamos pueda ayudar a sosegar las tentaciones de la vanidad (ese ingrediente de la personalidad artística tan difícil de gestionar para que no se vaya de las manos) y tomarse con naturalidad, paciencia y sencillez el trabajo creativo:

Considerarse un aficionado a la escritura —como, por ejemplo, se consideraba Julio Cortázar a sí mismo, y aún muchos otros autores que llegaron a desarrollar un corpus literario de importancia—, está lejos de representar una falta de ambición. Al fin, la única ambición que de verdad cuenta es la de esforzarse por hacerlo siempre lo mejor posible. Considerarse un aficionado sería, sobre todo, un sencillo gesto de humildad. Y, no hay que olvidarlo nunca, la humildad es un valor esencial, no sólo para el aprendizaje, también para el ejercicio (en mayor o menor grado) de cualquier oficio artístico.

¿De dónde viene nuestro nombre?

En 1985, María Fuentetaja —fundadora de la Librería Fuentetaja y de Ediciones de La Piqueta— nos cedió, con inolvidable confianza y generosidad, la cueva de su pequeña y mítica librería en la calle San Bernardo 34 de Madrid —hoy desaparecida, al igual que su malograda secuela en el número 48 de la misma calle—, para desarrollar nuestro primer experimento de taller literario, por entonces casi el único que existía en España. Pronto buscaríamos una localización propia, y ese crecimiento que nos ha convertido en la mayor estructura dedicada a la didáctica de la escritura creativa y temas afines lo haríamos de forma totalmente independiente de aquella librería. Pero quisimos conservar para identificarnos el apellido de esa persona extraordinaria que fue María.