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Ernst Jünger

La guerra no parece haberme influido tanto como la literatura. Siempre leí mucho, incluso en el curso de las ofensivas. En plena gran ofensiva de 1918, la última en la que participé y en la que resulté herido de gravedad tenía el Tristam Shandy de Laurence Sterne en mi cartera.
Por un lado estaba muy absorbido por la situación táctica: por entonces había inventado, por así decirlo, cierta forma de progresión que consistía en hacer atacar a las diferentes secciones sucesivamente, por oleadas. Observaba cómo la línea de fuego se hacía visible en el paisaje y disfrutaba viendo la habilidad con que mis hombres se desplazaban en la zona de peligro. Con intervalos regulares se producían pausas de una o dos horas en las que leía a Sterne, luego se reemprendía el fuego, luego de nuevo Sterne; y, cosa asombrosa, esa lectura se grabó más profundamente en la memoria que todo el desarrollo de los combates.

Es decir, que de hecho la literatura es más importante para mí que la experiencia vivida, incluso concentrada al extremo. Fui herido durante aquella ofensiva y proseguí mi lectura en el hospital militar. Todavía hoy leo a Sterne con mucho gusto. A su manera es un escritor que lleva un diario. Por esa época no era mi intención llegar a la escritura. Antes del estallido de la Primera Guerra Mundial quería ir a África. En aquella época yo ya era pasablemente lo que se llama ahora un inconformista. Por eso me alisté en la Legión Extranjera, pero no porque pensara en guerras y combates. Más bien pensaba en aventuras en África.

En ese terreno había leído muchos relatos de aquella tierra, Stanley, Le continent noir, obras de ese género. Me imaginaba aquella tierra como muy bella, debía hacer siempre calor, mucho calor, y además estaban los animales, la vida primitiva, pero todo eso resultó de una manera completamente distinta. Siempre tuve la inclinación de escribir un diario. Mis cuadernos de notas se conservan. Son, creo, catorce volúmenes que en buena parte consisten en pequeños cuadernos, de los que pueden llevarse en el bolsillo. En ese sentido la obra es el gigest de un diario: se ciñe muy estrechamente a los acontecimientos.


Ernst Jünger
Alemania
Nació en Heidelberg en 1895. Interviene como oficial en la primera guerra mundial, experiencia que refleja en In Stahlgewittern [Tempestades de acero, Ed. Tusquets]. Otras novelas son: Marmloklippen [En los acantilados de mármol, Ed. Destino] y Die Zwille [El tirachinas, Ed. Tusquets]. Sus Diarios [Ed. Tusquets], le convierten en un maestro de ese género.